Esto sé (Pista)

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Descripción

»Mi amado es mío, y yo suya; Él apacienta entre lirios». – Cantar de los Cantares 2:16 (RVR 1960)

No mucho después de conocer a Miguel en México, mi esposo Mike y yo dimos testimonio hacia él que somos cristianos y le preguntamos: »Miguel, ¿conoces a Jesucristo como tu Salvador personal?». Haciendo una pausa con una sonrisa, miró hacia arriba y dijo: »Esto sé, que suyo soy». Continuó contando la historia de su vida:

»Como un joven, comencé a beber y tomar drogas. Mamá trató de ayudarme a limpiar mi vida, pero fue en vano. Entonces, comencé a robarle porque necesitaba dinero para las drogas. Finalmente tuvo que echarme de la casa. Los siguientes veintisiete años de vivir en la calle fueron duros y crueles». Miguel, levantando su camisa, nos mostró una cicatriz de donde alguien le había disparado en el estómago. Luego, otra cicatriz horrible en su cuello donde alguien más le cortó la garganta y lo dejó casi muerto. Frotando su cicatriz en su cuello, continuó:

»Debería haber muerto por esos violentos ataques, pero alguien me vio tirado en la calle y me ayudó a obtener atención médica. Después de recuperarme, terminé de nuevo en las calles solo para continuar con una vida de desesperación. Pasaron los años y una mañana, después de levantarme de otra noche de insomnio en una banca del parque, pensé en lo triste que había sido mi vida a causa de las drogas y el alcohol. Llorando, caí de rodillas y comencé a clamar a Dios: ¡Señor, si eres real, por favor, ayúdame! Lloré de rodillas durante horas rogando a Dios que me ayudara. Roto y desamparado, escuché a uno de mis compañeros de drogas gritarme: ‘Miguel, ¡te morirás de hambre y morirás de frío si no consigues ayuda!, tienes que ir a esa casa cristiana’. Me puse de pie tropenzando y comencé a caminar en la direción en la que él apuntaba. Al llegar a un cruce, le pregunté a una señora en una lavandería si sabía dónde estaba la casa cristiana. Al ver mi estado de impotencia, ella respondió: ‘Conoces a alguien que necesite ir allí?’. Inclinando la cabeza, respondí: Tengo un amigo».

»Luego me señaló en la dirección correcta. Cuando llegué, el pastor vino y se paró frente a mí. Humildermente pregunté: ¿Cuánto cuesta una comida?. El pastor no respondió, pero en cambio, con compasión en sus ojos, simplemente me abrazó y me dijo: ‘Ya estás en casa’ ».

Las lágrimas comenzaron a fluir por el rostro de Miguel mientras continuaba.

»No recordaba la última vez que me habían abrazado. Luego, el pastor se aseguró que tuviera ropa limpia y comida caliente. Después, me compartió el evangelio y le pedí a Jesucristo que me perdonara y me salvara. Ahora, sé que soy un hijo de Dios, sé que suyo soy. No solo soy salvo, sino que estoy libre de drogas y alcohol. Además, ahora tengo esposa, familia y un hogar».

Conmovida por el testimonio de Miguel, esa noche comencé a escribir la música y la letra de »Esto sé».

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